Acapulco
Uno viene aquí por el mar, la arena y el sol, es decir, por el mar, la arena y el sol.
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"La roca de La Quebrada es una de las mayores atracciones turísticas de Acapulco", dice Alberto Ayala, un mexicano que vive cerca de la ciudad. Desde 1934, cinco veces al día los temerarios suben a la cima de La Quebrada y se lanzan al abismo de 45 metros de profundidad ante cientos de espectadores. No es de extrañar que antes de saltar recen en una pequeña capilla bajo la cima del acantilado. La mayoría de los buceadores proceden de familias en las que este "deporte" se ha practicado durante generaciones, de ahí el nombre de "Familia Quebrada". Cerca del acantilado hay un restaurante para turistas, desde el que se pueden contemplar las hazañas de los temerarios y las fantásticas puestas de sol. La Querbada también forma parte de la cultura pop. En 1963, Elvis Presley filmó aquí "Fun In Acapulco".
Tras los pasos de Rambo
Los turistas cansados del ambiente del llamativo Acapulco suelen escaparse a la reserva natural Pie de la Cuesta, situada a sólo 10 kilómetros del complejo. El parque se compone de dunas de arena por un lado y selva salvaje por el otro. No es de extrañar que los americanos hayan rodado aquí varias versiones de "Tarzán", y Sylvester Stallone la segunda parte de las aventuras de Rambo. Hay que hacer una excursión en barco para ver los pelícanos que anidan y la famosa roca de las ballenas, donde éstas vienen a nadar.
El nombre de Acapulco en la lengua de los indios locales (náhuatl) significaba "lugar cubierto de juncos". Desde que comenzó el boom turístico hace 40 años, los juncos ya no existen porque cada trozo de la orilla de la pintoresca bahía ha sido cuidadosamente cultivado. La ciudad se ha dividido en tres zonas para facilitar la orientación. En el lado occidental se encuentra el Acapulco Náutico más antiguo y tradicional, con su puerto pesquero. La franja de hoteles de gran altura en la avenida principal La Costera, que se extiende 11 km a lo largo de la costa, es Acapulco Dorado, mientras que el distrito de villas al final de la península es Acapulco Diamante. Celebridades como el Sr. Iglesias (Julio y Enrique), Leonardo DiCaprio, Liza Minnelli y Robert Redford tienen sus residencias aquí.
¡Compras, diversión y bajo el agua!
La ciudad se encuentra en la bahía de Acapulco, cuyos extremos están conectados por la avenida C.M. Alemán. Se puede recorrer toda la ciudad por esta calle, con la bahía azul a un lado y un caleidoscopio de barrios al otro. Uno de los monumentos más famosos de la ciudad es el Hotel Flamingo, que en su día compró el actor John Wayne. Gracias a él nació la moda de la ciudad. La zona está llena de boutiques, discotecas y restaurantes.
Flan, flan, flan y otras delicias
En el barrio más antiguo, el olor de la comida cocinada en la calle en las cocinas del campo tienta. Hay que recordar que hay que vigilar a los cocineros: una pizca de chile de más puede convertir una comida en una pesadilla culinaria que queme la garganta. El restaurante La Familia (José Valdez Arévalo 200) tiene la mejor comida de la ciudad. La sopa de pescado y las tortitas rellenas de carne de cerdo son lo más destacado. De postre, pida el flan, una especie de pudín blando que se deshace en la boca, normalmente con sabor a caramelo o vainilla, con pasas o chocolate. La cuenta es aún mejor que el festín: 70 pesos, o 7 dólares. Y una cosa más: Corona, la cerveza mexicana más famosa del mundo, es también la peor de la docena de grandes marcas que se producen en el país. Al menos eso es lo que dicen los lugareños. Ningún mexicano se llevará una corona a la boca. Los populares y muy buenos son sol, modelo especial y león.
El jorobado cantor
Moverse por Acapulco no supone ningún problema. Además de los ruidosos taxis jorobados, a cada paso se ven bandadas de humeantes y no menos ruidosos autobuses. Parecen coloridas exposiciones de museo. Paran en cualquier lugar para recoger o dejar pasajeros y, lo que es importante, son muy baratos: puedes recorrer toda La Costera por tres pesos (60 céntimos). Un procurador conductor se sitúa en la puerta constantemente abierta y anima a la gente a subir. Hay música a todo volumen en los grandes altavoces situados junto al conductor; cuando el autobús se pone en marcha, el conductor sube aún más el volumen.
Dónde dormir y dónde ir a la playa
"Playas paradisíacas de arena blanca como la harina", leemos en la guía. Sin embargo, sobre el terreno resulta que la arena es amarillenta y gruesa. Pero no hay que quejarse: la costa es un verdadero tesoro de Acapulco. Merece la pena desplazarse desde el hotel hasta Playa Hornos. Aquí no hay hormigón, sólo palmeras y pequeños bares. Entre Playa Hornos y Playa Hornitos también hay playas, pero en su mayoría son resorts privados pertenecientes a cadenas hoteleras americanas (todavía se puede tomar el sol en ellas, no hay playas cerradas en Acapulco). Para sentirse como en una isla desierta, hay que ir al Zócalo o a la península de las Playas. Es caro en Acapulco, afortunadamente hay albergues. En el Albergue Juvenil de Acapulco puedes dormir desde 20 dólares (dormitorio), y en el Acapulco Astoria los precios van desde 60 dólares por una doble.